Madrugar con la noticia que es tu último día, que por más que corras, el cuento no tiene un final feliz, que necesitar de otro siempre va a ser una carencia, que no existe lo que se anhela, que no se anhela sin antes imaginarlo, que imaginarlo es escapar, que escapar es afirmar que no sos feliz.Y cómo quiere uno ser feliz, si madruga con una mala noticia.

miércoles, 6 de abril de 2011

Terapia Telefónica



-Hola ¿Estela? ¡Ah! Está bien ¿Y a qué hora vuelve? Perfecto. Entonces dígale, por favor, que llamó Luis y que es por el asunto de la escribanía. Muchas Gracias. Adiós.

-Este es un mensaje para Daniel Burreti; favor de acercarse para tomar un café pendiente en cualquiera de nuestros bares. ¡Nunca te encuentro, Dani! Siempre me atiende este contestador…llamame y organicemos algo, dale. Un abrazo.-

-¡Andrea, no me cortés! Sí, sí, es tardísimo. Oime, desde un público te estoy hablando. Ya se, ya lo se. Dejame explicarte. Yo tuve la culpa, pasa que no había sido un buen día y vos quizás insististe un poco… ¿Hola? ¿Andrea, estás ahí?

-…Es que a veces uno se cansa de dar siempre las mismas noticias. Cambian los nombres, las fechas, los domicilios. Pero las noticias son las mismas. Las malas son las que me demandan más tiempo. Eso si, la gente nunca se disculpa; el otro día tuve que poner un “perdón” o se lo saqué de la boca, no recuerdo. En ese momento se tranquilizó la conversación. De vez en cuando me llevo alguna, por ejemplo que nació alguien o  que una persona está contenta que consiguió trabajo. Los tiempos ya no son los mismos, me cuesta concentrarme y eso la gente lo siente. No se da cuenta, pero lo siente; vive los silencios del otro lado. Son esos silencios cortos pero incómodos.
 Sí, me tratan mal: me cuelgan, me cortan, me golpean, me gritan, me lloran y hasta me estornudan. Y uno siempre tiene que funcionar porque sino no recibe la moneda. Aunque a veces  hago trampa. Me hago el roto y me quedo con algún centavo. Otras veces ellos se los olvidan en mí. Pero nunca falta el que mete la mano en la lata.
 No, no, al contrario, me veo como una in-comunicación, siento que no queda pulso para mi vida ¿Me entendés? A ellos les juega en contra, soy el médium que acorta distancias evitando que se miren o que se toquen. Con el tiempo me acostumbré y me acepté… y me aceptaron. Me toman como lo que soy.
 ¡No me hagas reír! Nos pasa a todos. A mi también me llevaron y estuve algunos días en esos servicios técnicos. Son como mis vacaciones, me relajo, descanso y siento que no soy el único ¡No soy el único! Pero acaso sino te hablan ¿Qué hacemos?
 Tuviste suerte. Yo me sentía solo, no puede pasar más de una hora sin que alguien me hable. Te imaginás cómo la pasé esos días fuera de servicio. Luego me mudé, anduve por kioscos, hospitales, ferreterías y a la intemperie también.
 Te tengo que dejar. Está viniendo una mujer que llama a su amante, y después a su marido. Hablamos. Que sigas bien.

1 comentario:

  1. solo una cosa: jajajaja muy bueno, me copo mucho el final! jajaja

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