Madrugar con la noticia que es tu último día, que por más que corras, el cuento no tiene un final feliz, que necesitar de otro siempre va a ser una carencia, que no existe lo que se anhela, que no se anhela sin antes imaginarlo, que imaginarlo es escapar, que escapar es afirmar que no sos feliz.Y cómo quiere uno ser feliz, si madruga con una mala noticia.

martes, 28 de agosto de 2012

Calle

Te recuerdo O´Higgins,
la calle mojada,
meceándote en la baranda
del paso nivel.

Tu silueta torcida,
las vías cercanas,
inundada (en) la esquina
donde está el café.

Adornan tus veredas
clubes, correos,
instrumentos, tiendas,
burdeles, paseos.

Tu vida es larga
salvo los domingos,
comisarias y hospitales
no entienden de ritmos.

Tu vida es larga.
No morís en la avenida.
Desmigajado el comercio
quedas habitada,en mí.

lunes, 13 de agosto de 2012

Full HD


 Soy el temor, lo siento como arena tibia en el rostro.
 Entonces empuño la espada para herir y aprieto la pluma para mentir. Me lanzo enfurecido quebrando mis dientes hacia lo turbio. La pantera permanece en la sombra respirando suave, negra, hermosa. La niña agita, la niña lesbiana y boba ruge, pobre, extasiada mientras me decido a atravesar su torso. La niña regurgita excremento y luego un fluido turquesa para terminar el cuclillas convulsionando. Yo soy la espada y soy la pluma. La pantera ríe y salta, estira sus patas golpeándome fuerte en la sien. Caigo. Continúa riendo. Sus ojos inyectados en una rabia mágica explotan y atacan a la niña desvaída  que se entrega al placer de golpes y moleduras, eyacula. La pantera llora empapada de años mares pop preparándose para aniquilar a la niña profana que viene hacia mí, desnuda, plena y pura, inocente y deforme: a veces ciega, ahora tonta; y ya mis manos lenguas quieren ser. Me tienta y lo sabe. Si tan solo una vez y última… la deseo y su boca emana turquesa. Se acerca más. Calor. Mi nariz es su pezón, creo. Algo falla y tuerce el cielo. La desesperación se contrae en mi espíritu y la espada penetra su vientre. Grita muriendo de placer y de dolor. Rápidamente salta la pantera para comerme cuando mi pluma azota en una arteria; la fiera salvaje ríe y agoniza. Vencí, he ganado aunque nada pasa. Increíble. Ellos deciden levantarse y continuar peleando mutuamente ignorándome. Siempre me ignoraron, caigo en la desilusión de que no existo, que no me reconocen como contrincante. Yo solo no soy nadie. Me diluyo. Me arrastro como serpiente en el polvo. Me hundo. Contemplo como la fiera y la niña se lastiman y gozan; cada golpe, cada paliza propiciada es digna de emoción. Huelo la saliva de las mordeduras. Resigno el tiempo en mero soporte.