Es un pájaro,
es un avión. No, es un OVNI. Un OVNI no significa: primero, que esté piloteado
o comandado por alguien; segundo, no es necesario que sea un objeto
extra-terrestre; y tercero o último primordial, por qué habría de pensar una
conspiración que amenaza a la especie humana para esclavizarla y extirparle sus
órganos en raptos lumínicos con despertares amnésicos. Nadie sabe con certeza,
mas se pueden imaginar los chiches que hicieron de la Guerra Fría una guerra
divertida a control remoto y con navecillas en bases secretas soviéticas. En el
chinchudo de los casos estaríamos frente a la presencia de una especie
explotada por comics y películas de science
fiction. Sus transportes serían de tecnología diferente a la nuestra, no
necesariamente superior si tenemos en cuenta que provienen de otro planeta con
una naturaleza propia. Entonces: ¿Qué hace
a los extra-terrestres que sean (extra-terrestres)? Sigamos esta línea
de pensamiento: les gusta viajar y conocer lugares nuevos, a los humanos
también. Les encanta explorar el cosmos y gozar sensorialmente del paisaje que
ello ofrece, a los humanos en parte también pero no tienen los medios
necesarios. Entonces: ¿Qué hace a los
extra-terrestres que sean (extra-terrestres)? La casualidad, es decir, estos
sujetos no son propietarios de sus naves sino que las alquilan ¿Por qué? Porque
no tienen dinero, bienes o inteligencia suficiente para comprar, elaborar o
permutarlas.
Concurren a visitarnos porque les agrada
apreciar este mundo. Al estar de vacaciones hacen turismo y, como cobraron el
aguinaldo, alquilan un vehículo intergaláctico que permite concluir el paseo no
sin antes cargar a la hembra, a los neonatos y la mascota; y para quedar bien,
cargan al abuelo que pesca nubes en la ionósfera.
Por lo visto, serían individuos
inmersos en un espacio capitaliáctico
devenido del descubrimiento de una estrella que, dormida en fa sostenido, se
escondía un trozo más para allá del gran negro misterio pecoso.