Madrugar con la noticia que es tu último día, que por más que corras, el cuento no tiene un final feliz, que necesitar de otro siempre va a ser una carencia, que no existe lo que se anhela, que no se anhela sin antes imaginarlo, que imaginarlo es escapar, que escapar es afirmar que no sos feliz.Y cómo quiere uno ser feliz, si madruga con una mala noticia.

domingo, 6 de noviembre de 2011

Perturbación anímica producida por una idea fija, que con tenaz persistencia asalta la mente

 Era una obsesión. Tenía sus ojos, su torpeza y sus cromos. Me di cuenta que era obsesión una tarde que, como un ensordecedor ruido de tren, su rostro fue acercándose a mi mente una vez, después otra y otra hasta que formó parte de mi ceguera. Era una obsesión que andaba en alpargatas y vestía como artista, o sea, como se le cantaba. Se reía a carcajadas con la boca abierta sin miedos y hacía caras que no podían merecer palabras, solo sentimientos. Eran emociones-rehenes. Eran sus cejas y pómulos condicionando todos mis modales a la vez. También me di cuenta que era obsesión su música.
Me hallaba inmensamente cómodo en el color de las uñas, pero al mirarle las manos escuché a todo el mundo gritar su nombre y desvié la mirada. Me asusté.
 La voz era melodía, su imaginación era el viento mismo. Entonces yo era espectador y era frágil.
¡Su pelo!
  Era gracioso pensar que esa obsesión tenía su obsesión a la vez, independiente a la mia; era (la idea de) una heroína de celuloide.
 Esa obsesión es papel. Ahora emerge la incertidumbre de saber si puedo convalecerla o no, si el papel la somatiza o la saca a pasear por la frontera de la locura. Pero esta es otra obsesión, ya.