Madrugar con la noticia que es tu último día, que por más que corras, el cuento no tiene un final feliz, que necesitar de otro siempre va a ser una carencia, que no existe lo que se anhela, que no se anhela sin antes imaginarlo, que imaginarlo es escapar, que escapar es afirmar que no sos feliz.Y cómo quiere uno ser feliz, si madruga con una mala noticia.

martes, 10 de enero de 2012

Bosquejo de un sueño

 Guillermina. 29 años. Nació ochomesina. Tuvo un hermano y después, y para sorpresa de muchos, tuvo una hermana. En segundo grado hizo de Remedios de Escalada. De chica quería ser veterinaria, pero el tiempo y el entorno la fueron arrimando a los números. Le encanta el relleno de las Merengadas. En fin, licenciada en administración de empresas, vive en Almagro y los fines de semana visita a su familia en Parque Leloir. Convivió con un novio algún tiempo. Hoy es dueña de Fermín, su fox terrier.
 Sin embargo Guillermina sueña. Sus sueños se parecen a las canciones de Devendra Banhart  pero con menos colores. Empiezan en el departamento donde hay música, mucha gente, luces. Fiesta. En el comedor hay un cirujano operando los recuerdos de Guillermina sobre la mesa. No hay sangre, hay más bien alaridos. De la cama aparecen cucarachas de un tamaño considerable que recorren todo el barco. En el restaurante llega un hombre de aspecto sofisticado. Una nena con vestido, dos colitas en el pelo y de rostro glacial, no puede parar de hablar de porno. Aparece un elfo vestido de sidra bailando cumbias, todos se ríen y se estiman. En el restaurante, una mesera le pregunta al hombre de aspecto sofisticado que desea tomar, responde que un vaso con agua dentro, por favor.
 Guillermina es linda y enamora en dos maniobras. Duerme tapada apenas con una sábana. Descansa.
 Una persona conocida pero irreconocible toca el piso. Blanco. Por culpa del cirujano todos se disfrazan de recuerdo. En el restaurante una señora gorda y muy maquillada se sienta en la mesa junto al hombre de aspecto sofisticado. La madre se había encerrado en el baño con un hacha diciéndole a Guillermina que pidiera perdón y que no le contestara nunca más. Ruidos provienen del placard. Guillermina ve una puerta de madera cerrada. Ruidos provienen del Placard. Guillermina ve la puerta de madera cerrada que es la del baño de su casa. Ruidos provienen del placard. Guillermina – puerta de madera – baño – madre grita y llora.
 Guillermina es fea y nadie la quiso nunca. Da media vuelta, siente secos sus labios. Descansa.
 Se abre el placard, una tribu de indios caníbales confunde a los humanos con las cucarachas comiéndose a estas últimas. Todo un gesto de lucidez. En el restaurante, el hombre de aspecto sofisticado bebe vino mirando al más acá mientras que a  la señora gorda y muy maquillada se le caen trozos de comida a medio mascar de su boca. Accidentalmente, el cirujano añade un caracol en los recuerdos de Guillermina y Guillermina se sueña a sí misma  en la calle levitando a casi dos metros del suelo como buceando en el aire. Hace ring – raje, pero la huida es lerda y se fatiga intentado doblar la esquina. La fiesta está terminando.
 Guillermina transpira, se siente sofocada por el calor y despierta sin recordar nada. Se levanta con ganas de hacer pis. Cruzando la puerta del baño siente un cosquilleo en la espalda.