Es sabido que
Las Poesías gozan de pésima gravedad. A ellas les encanta ir y venir, levitar,
volar por todas partes desobedeciendo modales y techos. Tal es así, que Las
Nubes comenzaron a quejarse, renegando, que las depravadas Poesías, cuando
pululan por los cielos, les muerden las nalgas. Las Estrellas
avergonzadas lloran de cólera cada noche cuando Las Poesías arriban
embriagadas rimando en grupo y haciendo ruidos extraños e insinuando ideas pícaras,
desentablando, así, discusiones violentas y absurdas. Nadie se imagina como
logran distraer a Los Cometas, pero estos siempre que las ven salen de su
trayectoria habitual, se creen canicas y empiezan a rodar por el universo
poniendo locos a los astrónomos que los estudian. En este contexto se escribió
la siguiente carta:
De vuestra consideración:
Es nuestro deber informar que dado a los comportamientos incatalogables de Las
Poesías hemos sancionado las siguientes medidas. A saber:
I)
La altura límite máxima establecida y permitida para el vuelo de una poesía es
de no más de setenta y un kilómetros. Aceptando un margen de tolerancia de un
cuarto de la unidad anteriormente citada.
II)
Cualquier impropicio para con los astros será vigorosamente multado con penas
que van desde los diez hasta la totalidad de caracteres tachados (espacios
incluidos).
III)
La estadía de las poesías no podrá superar, bajo ningún tipo de circunstancia,
siete horas consecutivas. De lo contrario se aprehenderán a todas aquellas que
así lo hagan y se procederá a retarlas de modo severo.
IV)
El Cielo se reserva el derecho de admisión.
Saludos cordiales.
A.D.A.U (Asociación De Astros Universales)
La respuesta
por parte de Las Poesías no se dejó esperar.
Estimados contertulios:
Nos encontramos íntimamente deprimidas por su manifestación, cual mar sin peces.
Varias de nosotras están convaleciendo en libros de Copérnico. Su decisión nos
ha devastado. Es que forma parte de nuestro comportamiento volar, sonreír y
salpicar con nuestras letras a los astros. Sentimos emociones muy intensas cada
vez que vibramos en el cielo planeando sin rumbo, como para dejar de hacerlo.
Porque con cada viaje creamos mermeladas de colores y melodías y porque en cada vuelo nos sentimos plenas y
libres. Hemos decidido, como siempre, perseguir los productos de nuestra
imaginación y enhebrar nuevos senderos en otras geografías. Han entendido
perfectamente. Nos mudamos del planeta.
Epifanías para todos.
Las Poesías